jueves, 19 de septiembre de 2013

¿Por qué este título para mi blog?


Los que me conocen saben que acabo de regresar de un viaje por Vietnam y que uno de los lugares que he visitado ha sido la Bahía de Halong. Es un paisaje compuesto por 2.000 islotes, la mayoría de piedra caliza, que se encuentran esparcidos por un área de 120 kilómetros de costa. Algunos de esos islotes tienen huecos que permiten pasar a través de ellos a unas lagunas interiores que son más bellas aún si cabe. La bahía fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1994 y su declaración fue ampliada en el año 2000, siendo desde el 11 de noviembre de 2011 una de las maravillas naturales del mundo. 
Para poder disfrutar de este paisaje incomparable, lo ideal es subir en un barco que durante un día o dos vaya deslizándose lentamente por el llamado Mar de China e ir contemplando el entorno. No quiero seguir describiendo la bahía  porque en la web existe mucha información y muchas imágenes sobre ella, pero si quiero exponer mi impresión y mi opinión sobre mi experiencia en los días que estuve en ella.










Debemos saber que la Bahía de Halong cuenta, aparte de los turistas, con una población de 1.600 personas distribuidas en cuatro aldeas y que viven de la pesca. Se trata de un rico patrimonio que hay que conservar y también darlo a conocer a todo aquel que quiera o que pueda, pero ¿a costa de perturbar la tranquilidad de la gente que vive en la bahía? Digo esto porque son muchos los barcos llenos de turistas que acuden con frecuencia a estos parajes y algunos organizan saraos nocturnos hasta altas horas de la madrugada, alterando (a mi entender) el equilibrio que existe entre hombre-naturaleza-entorno. Pero, claro, para mantener el Patrimonio, hay que rendirse muchas veces a los factores económicos que permiten unos buenos ingresos al país en donde éste se encuentre, independientemente de que se altere el modo de vida de los auténticos habitantes del lugar.  Y no es que esté totalmente de acuerdo, pero hay que rendirse a la evidencia de que casi siempre lo económico predomina sobre todo lo demás. 


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